Excursión circular

Casa Estarrún

15 noviembre 2018

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Excursión circular al collado de Esper

Fecha: 11/07/2018. La mejor época para realizar esta excursión es a partir de mediados de junio, con la primavera ya avanzada, y en verano, ya que atravesamos zonas en las que los neveros perduran hasta bien entrado junio, aunque depende de la nieve caída en el invierno. Si nos encontráramos con neveros lo mejor es sortearlos, algo que en esas fechas es sencillo. En caso de realizarse a principios de la primavera o en invierno, es decir, con nieve, es necesario portar lo necesario para excursiones invernales.  

Dificultad: Media (es necesario un buen estado físico, además de sentido de la orientación, ya que el camino no está señalizado después de abandonar el sendero que asciende al collado de Napazal, hasta alcanzar la GR-11).

Duración: Excursión de alrededor de 5 ½ horas. El ascenso hasta el collado de Esper nos puede costar unas tres horas y media; el descenso, siguiendo la GR-11 hasta el collado del Bozo y después hasta La Cleta, nos puede costar en torno a unas dos horas.

Desnivel: 862 metros.

Altitudes: La Cleta: 1.400 metros. Collado de Esper o puerto de Aísa: 2.262 metros.

Ruta: Véase el track (incluye los cruces y algunas fotografías)

Esta excursión recorre el valle de Igüer y la val del Bozo o Foya de Aragüés (el primero forma la cuenca occidental de la cabecera del valle de Aísa). Estos valles, junto al de Rigüelo, sirven de puerto para el valle, por lo que de junio a octubre nos encontraremos con el ganado pastando a sus anchas por sus amplios pastos. Es este un terreno alpino donde sólo encontraremos al principio algún pino negro y silvestre y enebros esparcidos entre los prados. Conforme ascendamos, la caliza y pequeñas zonas de pasto predominarán junto a grupos a veces numerosos de Edelweiss, o flores de nieve. Recorreremos las faldas del Aspe, la Llana de la Garganta y la Llana del Bozo, y divisaremos a poca distancia, desde la Foya de Aragüés, la sierra de la Bernera, con el pico de Olibón como su vértice más alto.

La presencia de quebrantahuesos, perdices nivales y pardillas, chovas, treparriscos, algún águila real, armiños, sarrios, marmotas, e incluso los últimos osos pardos del Pirineo (este otoño se ha divisado al oso Neré en la Foya de Aragüés, que atravesaremos en esta excursión), nos exige preservar de la mejor manera estos paisajes y ser cuidadosos al transitarlos (según un estudio reciente de WWF, desde 1970 el planeta ha perdido un 60% de la población total de fauna salvaje).

Descripción de la ruta

La ruta comienza en la llamada Cleta, la cual es el final de la carretera que sube al puerto. Está a unos 9 km del pueblo de Aísa, y el recorrido por la misma nos permite disfrutar de una gran variedad de paisajes y bosques. Después de atravesar la Cleta, seguiremos por una pista y en unos 200 o 300 metros nos encontraremos con una fuerte pendiente sobre la que han vertido hormigón para el tránsito de los ganaderos, la cual subiremos con tranquilidad para calentar el cuerpo. Antes de llegar a la cuesta de hormigón hay un desvío que conduce a las preciosas pozas del río Estarrún, rebosantes en primavera y petrificadas por el hielo en invierno. Una vez arriba de la cuesta de hormigón hemos de seguir la pista unos 300 metros hasta encontrarnos con el refugio de Saleras a la izquierda, lugar desde el que parte el sendero que asciende al Aspe. Giraremos a la derecha, siguiendo dicho sendero al Aspe, y ascenderemos con cierta pendiente por el cordal que separa los valles de Igüer y Rigüelo.

Después de unos 20 minutos de ascensión desde el refugio de Saleras nos encontraremos con una señal que indica el desvío hacia el Chorrotal, surgencias que forman el nacimiento del río Estarrún. Tradicionalmente los pobladores del valle subían a sanjuanarse el 23 de junio a estas fuentes, y esperaban a que a las 12:00 de la noche manara agua de una de ellas para remojarse y que las aguas purificasen el cuerpo o el alma. Incluso dicen los mayores que en este lugar existió una ermita a la que se peregrinaba en el día de San Juan.

Nosotros seguiremos pendiente arriba sin desviarnos, para más adelante cruzar la GR-11 que pasa por esta vertiente sur del Aspe, y tras más o menos una hora y cuarto de caminata alcanzaremos un abrevadero sin agua en una zona que tradicionalmente se denomina El Huerto. Frecuentemente por los alrededores merodea algún bando de perdices pardillas, y en invierno, cuando todo está blanco, se puede observar, con suerte, alguna perdiz nival. Unos 100 metros más adelante dejaremos, girando a la izquierda o en dirección Noroeste, el sendero que asciende al Aspe, para seguir otro sendero que lleva al collado de Napazal. Iremos cogiendo altura intentando seguir los hitos de piedra, hasta que divisemos una gran pedrera (30 minutos desde el abrevadero), y descenderemos un poco hasta alcanzarla. Al principio nos encontraremos con rocas de cierto tamaño que harán incómodos los pasos, pero en unos 200 metros podremos sortear la pedrera y ascender por su derecha. En este rincón habrá que estar atentos, ya que es fácil coger in fraganti a una manada de sarrios que merodee por estos riscos.

Después de unos 20 o 25 minutos de comenzar la pedrera alcanzaremos la base de la garganta que sube pronunciadamente hacia el collado de Napazal. En esta zona los neveros suelen durar hasta bien entrada la primavera, por lo que puede que tengamos que cruzar algún nevero que cubra la pedrera y aun parte del corredor. Situados entonces en la base del corredor, giraremos en dirección Oeste. Posteriormente habremos de sortear un grupo de grandes rocas desprendidas del Bozo, y continuaremos rodeando las faldas de la Llana del Bozo, siguiendo caminos marcados por el ganado y sin perder altura.

Esta zona en primavera posee pastos muy verdes, colmados de flores de todas las clases, pero destacan grupos muy numerosos de preciosas flores de nieve, en todo su esplendor a principios de julio. Conforme vayamos avanzando divisaremos la Punta Alta de Napazal, la Ruabe de Bernera y el pico de Olibón, que forman el macizo de Bernera. Alrededor de ¾ de hora después de la pedrera, divisaremos la Foya de Aragüés o Val del Bozo. En este punto hay que extremar la precaución si encontramos algún nevero, debido a que tienen bastante pendiente, por lo que lo mejor es sortearlos perdiendo altura. Y en una hora u hora y cuarto nos encontraremos con una variante de la GR-11 que sube del collado del Bozo por la Foya hasta el collado de Esper. Seguiremos entonces la GR-11 hacia el collado de Esper en dirección Norte y en una media hora llegaremos al Collado, cuyas vistas de Candanchú son magníficas.

Este pequeño valle encajado entre la Llana del Bozo y la sierra de la Bernera es un rincón onírico por sus pequeñas cascadas, prados verdes, manantiales, las nieblas que se cuelan por el collado desde Estanés, la variada flora, los sarrios, el vuelo majestuoso del quebrantahuesos… Así como por la presencia esporádica de Neré, uno de los dos últimos osos del Pirineo Occidental, e hijo de la última osa autóctona de nuestras montañas, Camille, hoy desaparecida. Por fortuna, a pesar de la polémica que siempre rodea la presencia del oso, el Estado francés se ha visto obligado, previa demanda judicial, a soltar dos osas hembras, Claverina y Sorita, para evitar la extinción de la especie.

El descenso lo realizaremos por la misma GR-11 hasta el collado del Bozo, por lo que parte del camino coincidirá con el de ascenso. Descenderemos la Foya de Aragüés deleitándonos en el paisaje hasta el collado, lo que nos puede llevar alrededor de una hora. Desde el collado del Bozo divisaremos tanto el valle de Igüer, con el río serpenteándolo, como Lizara, la cabecera del valle de Aragüés. En el Collado comienza en dirección Sur la sierra de la Estiba, con la peña Mesola como su máxima altura. Continuaremos el descenso por la GR-11 en dirección al collado de La Magdalena: en unos 15 minutos llegaremos a una zona llamada Izagra, rincón que fue un ibón actualmente colmatado, y un paraje ideal para reposar, por el verdor junto al manantial que lo serpentea. Una vez en Izagra la GR-11 girará a la izquierda, adentrándose en esta planicie circundada por moles de caliza, pero nosotros continuaremos recto y paralelos a la sierra de la Estiba.

Seguiremos algunos hitos de piedra hasta que encontremos en unos 5 minutos un barranco que hemos de descender por su parte izquierda y pegados a la pared, con cuidado debido a la pendiente. Una vez abajo accederemos a la cabecera del valle de Igüer, donde en los meses de primavera y verano numerosas vacas pastan sosegadamente. Desde aquí solo tenemos que seguir el río, maravillándonos ante el variadísimo colorido de las mariposas que revolotean entre las flores (unos huéspedes ingleses llegaron a contabilizar hasta 60 especies diferentes de ellas). En media hora llegaremos a las cascadas de Igüer, preciosas en primavera, aunque algo menguadas en verano, y en 5 minutos llegaremos al refugio de Saleras, desde el que partió la ascensión de nuestra excursión. Por lo tanto, desde aquí seguiremos la pista en descenso para, en 15 minutos, terminar esta inolvidable jornada en la Cleta.

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