Ascensiones

Casa Estarrún

06 marzo 2019

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Vuelta al Aspe

Fecha: 27/06/2020. La mejor época para realizar esta larga caminata circular de la vuelta al macizo del Aspe es a partir de mediados de junio, con la primavera ya avanzada, y en verano, ya que atravesamos zonas en las que los neveros perduran hasta bien entrado junio, aunque ello depende de la nieve caída en el invierno. Si nos encontráramos con neveros lo mejor es sortearlos, algo que en esas fechas es sencillo. En caso de realizarse a principios de la primavera o en invierno, es decir, con nieve, habrá que portar el equipo necesario para excursiones invernales.

Dificultad: Elevada (se requiere un buen estado físico, ya que la excursión es larga, y el desnivel acumulado importante; además es necesario cierto sentido de la orientación, pues el sendero no está bien señalizado desde que se abandona la GR-11, junto al refugio de López Huici, hasta que la volvemos a encontrar al llegar a las pistas de Candanchú. Asimismo, si encontramos nieve después de dejar atrás la Tuca Blanca hay que evitar perder la GR-11, ya que las alternativas son peligrosas).

Duración: Excursión larga, entre 7 y 8 horas.

Desnivel: 2.010 metros.

Altitudes: La Cleta: 1.400 metros. La Tuca Blanca: 2.331 metros.

Ruta: Véase el track (incluye los cruces y algunas fotografías).

Esta larga caminata nos lleva por paisajes y terrenos poco transitados: rodearemos el Aspe por su cara sur y norte partiendo del aparcamiento de la Cleta; atravesaremos pequeños valles como el de Rigüelo o la val del Bozo; gargantas como la de Borau; barrancos como el del Aspe; ibones colmatados como el de Tortiellas; y ascenderemos al pico de la Tuca Blanca, cuyas vistas son de vértigo.

 

 

Nuestro paseo atraviesa los predios del sarrio, el quebrantahuesos, el armiño, la perdiz pardilla, el lagópodo alpino o perdiz nival, el águila real y el treparriscos, al que se podrá divisar entre las paredes calizas de los lapiaces y gargantas que atravesaremos, junto a algún solitario gorrión alpino. Y en estas tierras a veces también recala uno de los pocos osos del Pirineo, Neré, hijo de la última hembra autóctona de nuestras montañas, Camille.

Descripción de la ruta

La ruta comienza en la llamada Cleta, la cual está al final de la carretera que sube al puerto, junto al parking. Se encuentra a unos nueve kilómetros del pueblo de Aísa. Después de atravesar la Cleta, seguiremos por una pista, y a unos 200 o 300 metros nos encontraremos con una pendiente pronunciada, sobre la que han vertido hormigón para el tránsito de los ganaderos. Antes de llegar a la cuesta de hormigón hay un desvío que conduce a las preciosas pozas del río Estarrún, rebosantes en primavera y petrificadas por el hielo en invierno. Una vez remontada la cuesta de hormigón hemos de seguir la pista unos 300 metros –divisando el refugio de Saleras a la izquierda-, para llegar al lugar del cual parte el sendero que asciende al Aspe (hasta aquí, unos 15-20 minutos).

Continuaremos sin dificultad por la derecha, siguiendo el sendero que asciende al Aspe y cruzando el río, hasta alcanzar la GR-11. Una vez que lleguemos al cruce con la GR-11 (unos 15-20 minutos desde el río), seguiremos en dirección Este (derecha), hacia el collado de la Magdalena. En el camino hacia el collado atravesaremos el Chorrotal (nacimiento del río Estarrún), para después dejar a la derecha el refugio de Rigüelo. Un poco más adelante del refugio -la pendiente se hace más pronunciada-, nos adentraremos (dirección Suroeste) en el barranco o canal de Rigüelo, siguiendo el cual llegaremos al collado de Rigüelo (una hora desde el cruce con la GR-11).

 

Desde el collado, cuyas vistas a los Lecherines y la sierra de Aísa son magníficas, continuaremos por la GR-11 descendiendo hacia el refugio de López Huici. Poco después de dejar atrás el refugio (véase el track) abandonaremos la GR-11 y seguiremos en dirección Este por terreno herboso mientras la GR-11 desciende hacia el Sur (otra posibilidad es continuar por la GR-11 hasta que nos permita acceder a la garganta de Borau, pero es un poco más largo). Unos 350 metros después atravesaremos una zona de rocas (pequeño lapiaz), siempre en dirección Este, para, después de un descenso entre rocas, acceder a la garganta de Borau.

Una vez en la garganta, sólo nos queda ascender en pendiente continua, girando un poco hacia nuestra izquierda y alternando terreno pedregoso y herboso, hasta llegar al collado (una hora y cuarto desde el collado de la Magdalena). Hay que extremar las precauciones al ascender por la garganta, sobre todo en primavera, pues se pueden producir desprendimientos de piedras. Desde el collado divisaremos hacia el Noreste la zona de Tortiellas, hacia donde descenderemos. El descenso es incómodo, dado que atravesaremos una pedrera con cierta pendiente, y hay que tener cuidado con los retorcijones de tobillos.

Después de media hora de descenso llegaremos al ibón colmatado de Tortiellas, un rincón de una belleza inolvidable; en primavera lo surca un riachuelo con los Lecherines y el Aspe como testigos de fondo, además de poder encontrarse alguna manada de sarrios. Tras haber saciado nuestra sed en estas aguas reparadoras, continuaremos la marcha siguiendo el pequeño valle y el río (dirección Noroeste), hasta que nos acerquemos a una pared con una preciosa cascada que nos impide el paso: entonces giraremos en dirección Norte hacia las pistas de Candanchú. Existen varias alternativas para superar estas rampas, todas las cuales nos conducirán de nuevo a la GR-11 procedente de Candanchú.

Una vez que arribemos a las pistas de Candanchú, por terreno bastante devastado (consecuencia de las infraestructuras), ascenderemos por la pista llamada Rey Juan Carlos, ya en la GR-11, hasta el collado (una hora y cuarto desde Tortiellas), la cual nos permite ascender a la Tuca Blanca. Es recomendable su ascensión, puesto que las vistas de la sierra de Aísa por su cara norte son impresionantes. De nuevo en el collado no tenemos sino que seguir la GR-11 en dirección al collado de Esper. Aunque en esta zona, con la nieve de la primavera, deberemos concentrarnos para no perder el sendero, como guía nos servirá el pico de 2.227 metros que hay que rodear por el Norte. Después de rodear este pico llegaremos al barranco del Aspe, curiosamente situado bajo los farallones norte de la Llana de la Garganta y el Bozo. Aquí debemos dejarnos embriagar por el paisaje antes de comenzar el último y más duro ascenso del día, que coronaremos en el collado de Esper (una hora y media desde la Tuca) .

El collado de Esper es la puerta de entrada a la val del Bozo, un precioso valle situado entre la sierra de Bernera y la Llana del Bozo. En primavera lo surca un pequeño río con cascadas, saltos de agua y pequeños manantiales. Continuaremos por la GR-11, que desciende por el val del Bozo hasta el collado del Bozo (tres cuartos de hora desde el collado de Esper), y después proseguiremos nuestro camino por la variante de la GR-11 en dirección al collado de la Magdalena (Sureste). Una vez que hayamos descendido hasta la zona de Izagra (ibón colmatado), abandonaremos la GR-11 y enfilaremos en dirección Sur, hasta alcanzar y descender por una pequeña chimenea, fácil aunque con cierta pendiente. Al terminar el descenso arribaremos al valle de Igüer. Ya sólo nos queda seguir el pequeño riachuelo hasta el refugio de Saleras, y, por último, continuar nuestro camino hasta el parking de la Cleta (una hora y cuarto desde el collado del Bozo).

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